Le había confesado todo.
Nada lo haría cambiar de opinión.


Con su resignación prefirió que fuera así
y dedicó sus días a escribirle versos,
decir palabras bellas y frases cursis.

Imaginar los viajes que nunca harían.

En ese momento recordó que la resignación no la quería para su vida
y se lo prometió.

1 comentario:

sole (...) dijo...

buaaa.
que buena opción la del último párrafo.

te quierooooooooooooo!